El Gigante que duerme bajo el monte
El Gigante que duerme bajo el monte
20 de junio de 2025
Nadie recuerda cuándo llegó. Algunos dicen que emergió de las profundidades, otros que cayó del cielo en la era en que los hombres aún hablaban con los árboles. Pero ahí está. Su cuerpo es parte del paisaje, confundido entre las laderas del monte y los pliegues del valle.
Tiene el torso cubierto de líquenes, los brazos extendidos como raíces dormidas y los ojos —cerrados hace siglos— aún tiñen de sombra el arroyo cuando cae la tarde. Los más viejos del pueblo lo llaman el que sostiene al cielo, porque su espalda curva parece ser la base de las nubes. Cada tanto, cuando el viento ruge distinto o el sol cae torcido, se percibe un leve crujido en la tierra: dicen que es el gigante que se despereza en sueños.
Un niño que se perdió en el bosque asegura haber visto su mano moverse. No le creyeron, pero desde entonces las ramas crecen en otra dirección. Y las aves ya no anidan en lo más alto del roble mayor, como si algo invisible respirara allí.
Algunos peregrinos suben a saludarlo. Le dejan ofrendas: piedritas, poemas, semillas. Porque aunque nadie lo ha visto despertar, todos saben que sueña. Y que cuando despierte, el mundo será distinto. Más lento, más profundo. Más alto.
Otra figura que sostiene el mundo, sin que muchos lo noten
🔸 ¿Quiénes son hoy nuestros gigantes? A veces no caminan, no hablan, pero sostienen el mundo en su quietud. Como ese otro pastor, silencioso pero firme, cuya historia aún resuena:
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